Todos conocemos casos de niños que aprenden más rápido que otros, niños que aprenden más lentamente, pero a veces aprenden mejor que sus compañeros más despiertos, y niños que simplemente no lo consiguen, aun estando en la misma clase con los mismos maestros.

¿A que se deben estas discrepancias? En el pasado, se escuchaban frases como: “este niño es más aplicado”, “aquel es un holgazán”, “ese niño es inteligente pero descuidado”, “aquel otro es más tonto”, “éste es más sensato y más estudioso”; usualmente todas ponían la carga de la responsabilidad del fracaso escolar en el estudiante.

Por fin, después de muchos años de prejuicios y falsos conceptos, y de achacar la culpa al más inocente, hay un estudio serio que apoya lo que muchos han sostenido durante bastante tiempo, y es que el estudiante no es siempre el responsable de su deficiencia académica, la falla es del sistema: como es natural, todos los seres humanos son distintos, existen múltiples diferencias entre una y otra persona; en consecuencia, hay diferencias en el ritmo de aprendizaje, cada niño aprende a su propio paso, pero el sistema no respeta esas diferencias.

El estudio que avala esta afirmación fue realizado en más de catorce países por un equipo multidisciplinario entre los cuales se encuentran profesores, neuropsicólogos, especialistas en neurociencia, estudiantes, pedagogos y políticos, y ha sido dado a conocer a través del documental Un crimen llamado educación, realizado por el investigador estadounidense Jürgen Klaric; este estudio demuestra que el modelo vigente en la mayoría de los sistemas educativos del mundo no son capaces de satisfacer las necesidades actuales.

Según indican los especialistas, este modelo educativo se centra en los resultados del proceso más que en el proceso mismo, dándole la mayor importancia a la evaluación; el objetivo es que todos los niños aprendan lo mismo y al mismo tiempo, sin tomar en cuenta las características individuales de cada uno, su velocidad de maduración, su ritmo de aprendizaje, y no acepta que algunos niños no se ajusten a esta norma. Esta estandarización de la educación ha sido ya definida por algunos expertos como “bullying institucional”.

Enseñar a pensar

Entre estas voces se encuentra la de Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y Doctor en Psicología de la Salud, autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres, quien asegura que éste es el peor problema del sistema educativo, causante de muchas consultas de psicología infantil en las cuales se atienden casos de “niños a los que la escuela invitó a cambiarse de colegio porque no encajaban o no daban el nivel”. Afirma Bilbao que “en ocasiones, la escuela está más interesada en conseguir resultados que en educar” y que “es un grave error que el centro educativo no se esfuerce más en integrar a los niños a los que les cuesta más o para que los que van mejor ayuden a los que van peor, porque de esta manera se pierde una oportunidad muy valiosa de enseñar a los niños a construir una sociedad mejor”.

Por su parte, Montse Hidalgo, directora de la Universidad de la Felicidad, en Salamanca, España, conferencista motivacional y experta en Neurociencia e Inteligencia Emocional, asevera que el actual modelo educativo es “antinatural, porque si observamos cómo aprendemos, vemos que no todos aprendemos a andar al mismo tiempo, ni a hablar a la misma edad. El sistema en lugar de enseñarnos a pensar lo que hace es llenarnos de conocimientos. No desarrollan en los jóvenes la capacidad de pensar por sí mismos”.

No obstante, Bilbao señala que, a pesar de sus evidentes fallas, no es conveniente desechar del todo este modelo, ya que posee características que aún son beneficiosas; al respecto señala que “sabemos que algunas de las habilidades más importantes para el cerebro son la creatividad y la curiosidad que van en sintonía con las nuevas corrientes de educación. Sin embargo, también sabemos que la persistencia y el autocontrol (presentes en los modelos educativos anteriores) son igual de importantes”; en tal sentido, explica que “no se trata de elegir sino de integrar. Los cerebros más inteligentes son aquellos capaces de integrar información aparentemente contradictoria. Si queremos un buen modelo educativo, debemos tomar ejemplo del cerebro e integrar distintos conocimientos”.

Cambio de modelo

A fin de llevar a cabo una transformación del modelo que tome en cuenta todas estas condiciones y satisfaga las necesidades y expectativas educacionales, tanto de los estudiantes como de la sociedad de la que forman parte, es necesario, en primer lugar, determinar con exactitud cuál es el objetivo primordial de la educación. Respecto a esto, destaca Nora Rodríguez, creadora del programa Educar para la Felicidad Responsable y fundadora y directora de Happy Schools Institute, en Barcelona, España, que “en un mundo global, dominado por la técnica y la economía, es necesario que niños y adolescentes se pregunten, indaguen y creen su propio aprendizaje, pero también que aprendan que necesitan tener conexiones sociales positivas porque eso es lo que les va a permitir desarrollarse y sacar lo mejor de sí”. Para esto es de gran importancia que las instituciones educativas fomenten el desarrollo de “habilidades evolutivas como el altruismo, la empatía o la compasión. Educar en sintonía con el cerebro”. Indica la experta que esto exige que los estudiantes tengan plena conciencia de para qué estudian, ya que estudiar “no se trata de que repitan lo mismo que dicen sus padres. Es necesario que encuentren sus propias respuestas, porque ahí está la verdadera motivación”, una motivación que incluye el placer de aprender y de ser capaces de aplicar lo aprendido.

Explica Rodríguez que educar en sintonía con el cerebro implica la consciencia de que en primer lugar está el ser, en segundo lugar el saber y en tercero el tener, “primero hay que ver despertar el cerebro social, educar para la paz, y a partir de ahí, hay que poner el acento en los conocimientos, para poder después experimentar con las habilidades, los talentos o los conocimientos adquiridos, y compartirlos con los demás, construyendo ideas y proyectos con los que transformar la sociedad”.

En los tiempos que corren, la educación no debe estar limitada al simple desarrollo de habilidades y conocimientos necesarios para ejecutar una actividad u oficio, también son necesarias ciertas habilidades conductuales, las denominadas “habilidades blandas”, como autonomía, autoliderazgo, coherencia, integridad, capacidad de atención y de escucha, autorregulación, interés, curiosidad, autenticidad, responsabilidad personal y social, capacidad de reflexión, proactividad, pasión, motivación intrínseca, lógica divergente, humildad, aprendizaje continuo, empatía, capacidad de síntesis y de argumentación, gestión del tiempo o confianza, las cuales son imprescindibles para el desenvolvimiento del individuo, como persona y como miembro de la sociedad.

Hidalgo subraya la importancia de establecer claramente cuál es el objetivo que se persigue y qué tipo de persona se pretende desarrollar a través de la educación. “¿Educamos para generar personas que sean creativas, resolutivas, que posean habilidades sociales, que puedan emprender, etc.? Porque si lo que pretendemos es que las personas tengan empatía, habilidades sociales, resiliencia, sepan gestionar la incertidumbre, el cambio continuo o motivar a los equipos, entonces, el actual sistema educativo no es válido”, expresa.

Con información de El País

LQ

El principal inconveniente del actual modelo educativo es que no respeta las diferencias entre las personas